Rezo de Laudes 27 de septiembre de 2025

Tiempo Ordinario
Semana XXV de Tiempo Ordinario
Laudes
sábado
SAN VICENTE DE PAÚL, presbítero
Memoria
27 de septiembre
Nació en Aquitania el año 1581. Cursados los correspon-
dientes estudios, fue ordenado sacerdote y ejerció de párroco
en París. Fundó la Congregación de la Misión, destinada a la
formación del clero y al servicio de los pobres, y también, con
la ayuda de santa Luisa de Marillae, la Congregación de Hijas
de la Caridad. Murió en París el año 1660.
INVITATORIO
V. Señor, abre mis labios.
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.
Ant Del Señor es la tierra y cuanto la llena, venid adorémosle.
--Salmo 94--
Se recita la antífona que corresponda y la asamblea la repite.
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Se repite la antífona
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes.
Suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Se repite la antífona
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Se repite la antífona
Ojalá escuchéis hoy su voz:
"No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto:
cuando vuestros padres me pusieron a prueba,
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras."
Se repite la antífona
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
"Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso."
Se repite la antífona
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
HIMNO
En el nobre del Padre, del Hijo, y del Espíritu,
salimos de la noche y estrenamos la aurora,
saludamos el gozo de la luz que nos llega
resucitada y resucitadora.
Tu mano acerca el fuego a la tierra sombría,
y el rostro de las cosas se alegra en tu presencia;
silabeas el alba igual que una palabra,
tú pronuncias el mar como sentencia.
Regresa, desde el sueño, el hombre a su memoria,
acude a su trabajo, madruga a sus dolores;
le confías la tierra, y a la tarde la encuentras
rica de pan y amarga de sudores.
Y tú te regocijas, oh Dios, y tú prolongas
en sus pequeñas manos tus manos poderosas,
y estáis de cuerpo entero los dos así creando,
los dos así velando por las cosas.
¡Bendita la mañana que trae la noticia
de tu presencia joven, gloria y poderío,
la serena certeza con que el día proclama
que el sepulcro de Cristo está vacío! Amén.
SALMODIA
Ant. 1 Me adelanto a la aurora pidiendo auxilio.
- Salmo 118 -
Te invoco de todo corazón;
respóndeme Señor, y guardaré tus leyes;
a ti grito: sálvame,
y cumpliré tus decretos;
me adelanto a la aurora pidiendo auxilio,
esperando tus palabras.
Mis ojos se adelantan a las vigilias de la noche,
meditando tu promesa; escucha mi voz por tu misericordia,
con tus mandamientos dame vida;
ya se acercan mis inicuos perseguidores,
están lejos de tu voluntad.
Tú Señor, estás cerca,
y todos tus mandatos son estables;
hace tiempo comprendí que tus preceptos
los fundaste para siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. 1 Me adelanto a la aurora pidiendo auxilio.
Ant. 2 Mi fuerza y mi poder es el Señor, él fue mi salvación.
Cántico.
Ex. 15,1-4. 8-13. 17-18
Cantaré al Señor, sublime es su victoria,
caballos y carros ha arrojado al mar.
Mi fuerza y mi poder es el Señor,
él fue mi salvación.
Él es mi Dios yo lo alabaré;
el Dios de mis padres: yo lo ensalzaré.
El Señor es un guerrero,
su nombre es "El Señor".
Los carros del faraón los lanzó al mar,
ahogó en el mar Rojo a sus mejores capitanes.
Al soplo de tu ira se amontonaron las aguas,
las corrientes se alzaron como un dique,
las olas se cuajaron en el mar.
Decía el enemigo: "Los perseguiré y alcanzaré,
repartiré el botín, se saciará mi codicia,
empuñaré la espada, los agarrará mi mano."
Pero sopló tu aliento y los cubrió el mar,
se hundieron como plomo en las aguas formidables.
¿Quién como tú, Señor, entre los dioses?
¿ Quién como tú, terrible entre los santos,
temibles por tus proezas, autor de maravillas?
Extendiste tu diestra: se los tragó la tierra;
guiaste con misericordia a tu pueblo rescatado,
lo llevaste con tu poder hasta tu santa morada.
Lo introduces y lo plantas en el monte de tu heredad,
lugar del que hiciste tu trono, Señor;
santuario, Señor, que fundaron tus manos.
El Señor reina por siempre jamás.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. 2 Mi fuerza y mi poder es el Señor, él fue mi salvación.
Ant. 3 Alabad al Señor, todas las naciones. +
- Salmo 116 -
Alabad al Señor, todas las naciones,
+ aclamadlo, todos los pueblos:
Firme es su misericordia con nosotros,
su fidelidad dura por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. 3 Alabad al Señor, todas las naciones.
LECTURA BREVE
2Pe 1,10-11
Hermanos, poned más empeño todavía en consoli-
dar vuestra vocación y elección. Si hacéis así, nunca
jamás tropezaréis; de este modo se os consederá ge-
nerosamente la entrada en el reino eterno de nuestro
Señor y Salvador Jesucristo.
SEGUNDA LECTURA
De los escritos de san Vicente de Paúl, presbítero.
Nosotros no debemos estimar a los pobres por su
apariencia externa o su modo de vestir, ni tampoco por
sus cualidades personales, ya que con frecuencia son
rudos o incultos. Por el contrario, si consideráis a los
pobres a la luz de la fe, os daréis cuenta de que repre-
sentan el papel del Hijo de Dios, ya que él quiso también
ser pobre. Y así, aun cuando en su pasión perdió casi la
apariencia humana, haciéndose necio para los gentiles y
escándalo para los judíos, sin embargo, se presentó a
estos como evangelizador de los pobres: Me envió a evan-
gelizar a los pobres. También nosotros debemos estar
imbuidos de estos sentimientos e imitar lo que Cristo
hizo, cuidando de los pobres, consolándolos, ayudándolos
y apoyándolos.
Cristo, en efecto, quiso nacer pobre, llamó junto a sí
a unos discípulos pobres, se hizo él mismo servidor de
los pobres, y de tal modo se identificó con ellos, que
dijo que consideraría como hecho a él mismo todo el
bien o mal que se hiciera a los pobres. Porque Dios
ama a los pobres y, por lo mismo, ama también a los
que aman a los pobres, ya que, cuando alguien tiene un
afecto especial a una persona, extiende este afecto a
los que dan aquella persona muestras de amistad o
de servicio. Por eso nosotros tenemos la esperanza de
que Dios nos ame, en atención a los pobres. Por esto,
al visitarlos, esforcémonos en cuidar del pobre y desva-
lido, compartiendo sus sentimientos, de manera que po-
damos decir como el Apóstol: Me hecho todo para
todos. Por lo cual todo nuestro esfuerzo ha de tender
a que, conmovidos por las inquietudes y miserias del
prójimo, roguemos a Dios que infunda en nosotros sen-
timientos de misericordia y compasión, de manera que
nuestros corazones estén siempre llenos de estos senti-
mientos.
El servicio a los pobres ha de ser preferido a todo, y
hay que prestarlo sin demora. Por esto, si en el mo-
mento de la oración hay que llevar a algún pobre un
medicamento o un auxilio cualquiera, id a él con el áni-
mo bien tranquilo y haced lo que convenga, ofreciéndolo
a Dios como una prolongación de la oración. Y no ten-
gáis ningún escrúpulo ni remordimiento de conciencia
si, por prestar algún servicio a los pobres, habéis dejado
la oración; salir de la presencia de Dios por alguna de las
causas enumeradas no es ningún desprecio a Dios, ya
que es por él por quien lo hacemos.
Así pues, si dejáis la oración para acudir con pres-
teza en ayuda de algún pobre, recordad que aquel servi-
cio lo prestáis al mismo Dios. La caridad, en efecto, es
la máxima norma, a la que todo debe tender: ella es una
ilustre señora, y hay que cumplir lo que ordena. Reno-
vemos, pues, nuestro espíritu de servicio a los pobres,
principalmente para con los abandonados y desampara-
dos, ya que ellos nos han sido dados para que los sir-
vamos como a señores.
RESPONSORIO BREVE
V. A ti grito, Señor, tú eres mi refugio.
R. A ti grito, Señor, tú eres mi refugio.
V. Mi heredad en el país de la vida.
R. Tú eres mi refugio.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. A ti grito, Señor, tú eres mi refugio.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Fue san Vicente consuelo de los que sufrían,
defensor de los huérfanos y apoyo de las viudas.
Cántico de Zacarías
Lc 1, 68-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas.
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con
nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días
Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Fue san Vicente consuelo de los que sufrían,
defensor de los huérfanos y apoyo de las viudas.
PRECES.
Bendigamos a Cristo que para ser ante Dios el pon-
tífice misericordioso y fiel de los hombres se hizo
en todo semejante a nosotros, y supliquémosle di-
ciendo:
Muéstranos, Señor, los tesoros de tu amor.
Señor, sol de justicia, que nos iluminaste en el bau-
tismo,
te consagramos este nuevo día.
Que sepamos bendecirte en cada uno de los momen-
tos de nuestra jornada
y glorifiquemos tu nombre con cada una de nues-
tras acciones.
Tú que tuviste por madre a María, siempre dócil a
tu palabra,
encamina hoy nuestros pasos para que obremos
también como ella según tu voluntad.
Haz que mientras vivimos aún en este mundo que
pasa anhelemos la vida eterna
y por la fe, la esperanza y el amor vivamos ya
contigo en tu reino.
Con la misma confianza que tiene los hijos con su
padre, acudamos nosotros a nuestro Dios, diciéndole:
Padre nuestro .............
ORACIÓN.
Señor, tú que adornaste a san Vicente de Paúl con
las cualidades de un verdadero apóstol, para que se en-
tregara al servicio de los pobres y a la formación de
los ministros de tu Iglesia, concédenos a nosotros que,
animados por un celo semejante al suyo, amemos lo
que él amó y practiquemos lo que él enseñó. Por nues-
tro Señor Jesucristo, tu Hijo.
CONCLUSIÓN.
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal
y nos lleve a la vida eterna.
R, Amén.

PONENTE: Pastoral de la Comunicación