¿Qué hacer durante una visita al Santísimo?

¿Qué hacer durante una visita al Santísimo?

La Adoración Eucarística es un tiempo en presencia de Cristo, a veces no sabemos muy bien qué hacer o qué decir, por ello os comentamos brevemente unos pasos que pueden ayudar a este ratito.

Primeramente, cuando entramos a la capilla o la iglesia donde está el Santísimo, hay que entrar en silencio y con reverencia, arrodillarse con ambas rodillas y realizar la señal de la Cruz. No debemos olvidar que estamos ante Dios que se encuentra bajo la especie de pan.

En un primer inicio si lo deseamos, podemos hacer una oración para prepararnos, bien leída de algún libro de oraciones o por iniciativa propia, pidiendo al Espíritu Santo que nos ayude.

En este ratito puedes leer si te apetece la Biblia, algún texto espiritual que te ayude a hacer un momento de oración ante el Señor, o bien si prefieres rezar o estar simplemente mirándole sabiendo que Él también te mira.

Agradece especialmente ese ratito que te ha permitido estar en su presencia y despídete con la misma reverencia del comienzo.

Ante el Santísimo, puedes hacer también una comunión espiritual y recibirlo en tu corazón. Esta comunión es válida si por cualquier circunstancia, no has podido recibir el sacramento de la Eucaristía.

Hay distintas oraciones, aquí os dejamos la siguiente:

"Creo, Jesús mío, que estás real  y verdaderamente en el cielo y en el Santísimo Sacramento del Altar. Os amo sobre todas las cosas  y deseo vivamente recibirte dentro de mi alma, pero no pudiendo hacerlo  ahora sacramentalmente, venid al menos  espiritualmente a mi corazón. Y como si ya os hubiese recibido,  os abrazo y me uno del todo a Ti. Señor, no permitas que jamás me aparte de Ti. Amén".

También se realiza ante Él, lo que se conoce como «Estación», que consiste en rezar el Padrenuestro, el Avemaría y el Gloria cinco veces, por las cinco llagas de Jesús crucificado más un Padrenuestro por las intenciones del Papa.

Frutos de la Adoración al Santísimo

Principalmente la adoración nos conduce a una intimidad con el Señor, nos permite vivir con más intensidad la Eucaristía.

Nos proporciona un espacio donde se detiene por así decirlo, tu vida ante el Señor, ofreciéndote esa paz que no da el mundo.

Los frutos son incontables, entre ellos podemos mencionar las conversiones, las sanaciones de heridas como el perdón, de reconciliación, de gratitud, las vocaciones…

En la encíclica Ecclesia de Eucharistia, Juan Pablo II decía:

 “El culto a la Eucaristía fuera de la Misa es de inestimable valor en la vida de la Iglesia…Es bello quedarse con Él e inclinados sobre su pecho, como el discípulo predilecto, ser tocados por el amor infinito de su corazón… Hay una necesidad renovada de permanecer largo tiempo, en conversación espiritual, en adoración silenciosa, en actitud de amor, ante Cristo presente en el Santísimo Sacramento”. Y agregaba: “¡Cuántas veces, mis queridos hermanos y hermanas, he hecho esta experiencia y de ella he sacado fuerzas, consuelo, sostén!” (EE n.25).

AGREGADO POR: María Angelica